Por qué poner la carne en la parte más fría del refrigerador

Por qué poner la carne en la parte más fría del refrigerador

¿Alguna vez abriste el refrigerador y encontraste la carne encima de todo, a temperatura ambivalente? ¿Te ha pasado que un filete huele raro al día siguiente? La verdad, no me lo esperaba hasta que una cena improvisada me dejó con un buen susto.

Hace unos años invité a unas amigas y saqué la carne del refrigerador sin pensar. La había puesto en la bandeja de la puerta porque ocupaba menos espacio. Esa noche, varios invitados sintieron malestar estomacal leve. No fue grave, pero sí una alarma: la forma en que guardamos la carne importa.

¿Por qué importa la ubicación de la carne?

La temperatura del refrigerador no es la misma en todos lados. La puerta y las bandejas superiores se calientan más con cada apertura. El motor y los conductos mantienen zonas más frías, normalmente en la parte inferior trasera.

Si no pones la carne en la parte más fría del refrigerador, aumentas el riesgo de proliferación bacteriana. Bacterias como Salmonella o E. coli crecen más rápido cuando la carne se mantiene en rangos de temperatura peligrosos. ¿Te suena exagerado? No lo es.

Además, la carne cruda puede gotear. Si la colocas arriba, los líquidos pueden contaminar otros alimentos listos para comer. Guardarla en la parte más fría reduce el riesgo cruzado.

Cómo identificar la parte más fría del refrigerador

No necesitas herramientas caras. Observa el diseño: los refrigeradores modernos suelen tener la zona más fría en la parte baja, cerca del fondo y sobre la bandeja de goteo. En modelos con cajón para verduras, la bandeja inferior trasera suele ser la más constante en temperatura.

Un termómetro de nevera es barato y útil. Coloca el termómetro en distintas áreas y observa durante un día. Verás diferencias de hasta varios grados. Apunta dónde marca menos y reserva ese espacio para la carne.

Consejo práctico: si tu refrigerador tiene un compartimento específico para carnes o un cajón frío, úsalo. Si no, coloca la carne cruda en una bandeja en la parte inferior.

Prácticas seguras para guardar carne

Empaqueta bien. Usa recipientes herméticos o envoltorio resistente para evitar goteos. Si la carne viene en plástico del supermercado, añade una capa extra o colócala en una bandeja con borde.

Etiqueta con fecha. Así sabes cuánto tiempo lleva allí. Para carne molida lo ideal es consumirla en 1-2 días. Cortes enteros pueden durar 3-5 días, siempre que la temperatura sea la correcta.

No sobrecargues el refrigerador. El aire frío circula mejor si hay espacio. Si lo llenas demasiado, las zonas frías se reducen y la temperatura se vuelve irregular.

Errores comunes y ejemplos reales

Error 1: Poner la carne en la puerta porque “es lo más cómodo”. Ejemplo: un amigo ponía paquetes de pollo en la puerta y terminó descartando dos paquetes por olor. Resultado: desperdicio y dinero perdido.

Error 2: Colocar la carne directamente sobre verduras. Ejemplo: una vecina guardó el lomo sobre una caja de lechuga. La lechuga quedó húmeda y con riesgo de contaminación. La carne fue lo primero que debió ir abajo.

Error 3: No usar bandeja para goteo. Ejemplo: al asar un solomillo que había estado sin bandeja, el jugo cayó y contaminó el resto del cajón. Con bandeja, ese problema desaparece.

Pequeños cambios evitan grandes problemas. Mover un paquete a la parte más fría y poner una bandeja puede marcar la diferencia.

¿Te ha pasado que guardas algo “temporalmente” y lo olvidas? Etiqueta y organiza. Un gesto simple salva comidas.

Guardar la carne en la parte más fría del refrigerador no es solo por seguridad. También mantiene mejor la textura y el sabor. Una pieza bien conservada se cocina mejor y se desperdicia menos.

Al final, la cocina es práctica. Si aprendes a identificar la zona fría y adoptas unas rutinas, reduces riesgos y ahorras dinero.

La próxima vez que pongas las compras en la nevera, haz una pausa. Mueve la carne al fondo o al cajón más frío. Usa bandeja. Etiqueta la fecha. ¿Te ha pasado también que un pequeño gesto cambió la rutina? A mí sí. Y desde entonces, la carne va directo a su lugar.

Guardar la carne correctamente no es un ritual, es cuidar de los tuyos. Y eso, definitivamente, sí vale la pena.